lunes, 10 de septiembre de 2012

Decur: dibujar es hablar con las manos

Desde Argentina llega Guillermo Decurgez para compartir más de 10 años de experiencia como dibujante e historietista.

Decur estará durante el Festival en Bogotá y en Armenia.
También dictará un taller intensivo de creación de cómic del 17 al 20 de septiembre.
Consulta la programación aquí. 


Para muchos ver una ilustración o una historieta de Decur (Buenos Aires, 1981) implica dejarse llevar por lo emotivo. Su estilo carga de fantasía y de sorpresa a los personajes que crea y a las situaciones cotidianas. Sus dibujos dialogan con toda una nueva corriente de la gráfica argentina y chilena representada en Liniers, Alberto Montt y Max Cachimba, entre otros.

Después de que las historietas y tiras cómicas de Decur aparecieran en publicaciones como Ñ, La Nación y Fierro, decidió sacar su propio proyecto: la revista digital Bonete. Decur también es el autor de Merci! (La Flor, 2011), un libro de cómic que ganó varios premios en Argentina. Además colabora con la Revista Orsai.

Portada de Decur para la Revista Orsai


¿Qué significó el libro Merci! para tu carrera?

Muchos dicen que si uno hace lo que ama, lo demás viene como añadidura. Merci! me enseñó que esa frase es cierta. Publicar ese libro me permitió estrechar nuevas manos, que en su mayoría son de dibujantes y también pude conocerme a mí mismo como autor.

Haces trabajos de ilustración, pero también de narración gráfica. ¿Qué retos implica tender puentes entre el dibujo y el cómic?

En mi caso siento que no tengo que tender puentes. Ilustración y cómic son una misma cosa. Hay veces siento que una ilustración aislada pertenece a la viñeta de una página de un libro.

¿Crees en la separación entre ilustraciones o cómics para niños y para adultos?

No creo que exista esa separación. Yo paso mucho rato mirando cosas para niños y siento que los dibujos tienen algo indescriptible que es capaz de unir las cosas.

Tira de Decur para la Revista Bonete

¿Qué querías lograr cuando fundaste Bonete?

Mi intención era compartir mis trabajos acompañado de las manos de Liniers, Max Cachimba, Tute, Montt y Troche. La gente entraba a Bonete porque le gustaba más uno que otro, pero luego empezaban a ver lo de otros autores. Me gusta ver a Bonete como un combo que viene en una cajita feliz: pero que no trae comida chatarra, sino el amor de los que sabemos hablar a través de las manos.

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