Sole Otero estará en Bogotá y en Armenia.
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A Sole Otero (Buenos
Aires, 1985) le gusta contar historias, pero también le gusta que se puedan
ver. Esto se vuelve evidente al ver su blog La
pelusa de los días y su participación en Historietas Reales o en Chicks
on comics, medios que le han permitido lograr una constancia en su trabajo
y proyectarse como historietista.
Hace dos años se graduó
como diseñadora textil. Hoy, un día cotidiano para ella varía entre trabajar
como ilustradora –ha participado en proyectos con editoriales brasileras, argentinas y de otros países– y buscar temas para contar a través de los dibujos en libros,
música y paseos por lugares inusuales.
Entre sus proyectos de ilustración, está el libro
A fada sonhadora (2011) de la brasilera Nana Toledo.
A fada sonhadora (2011) de la brasilera Nana Toledo.
Un par de lecturas que recuerdes de hace tiempo.
¿Han influído en lo que haces?
Recuerdo muchas
lecturas favoritas, pero iré a las que me influyen. Intento imitar las formas
absurdas de Boris Vian y me gusta la forma en que muchos autores –como Cortazar
o Auster– juegan con la relación del texto y el lector. Me encantaría ser capaz
de lograr algo similar. En cuanto a la historieta me gusta mucho mirar el
armado de página y el juego con el espacio y el orden de lectura que plantea
Chris Ware. También me gusta mucho la forma en que narra Manu Larcenet –Los combates cotidianos es ahora mismo
mi historieta favorita–. De él, de Olivier Tallec y de Craig Thompson intento
recuperar cosas con respecto a la línea, el dibujo y el trabajo de la tinta.
Mucho de tu trabajo está publicado como tiras
cómicas. ¿Qué retos implica este formato?
La tira cómica y, en mi
caso, la tira diaria, implica estar todo el tiempo atenta a cada detalle que me
rodea. En cualquier segundo puede surgir alguna anécdota, evento o suceso que
sea digno de ser dibujado, por eso llevo siempre mi cuaderno de anotaciones y
una birome (bolígrafo, para los colombianos), para ponerme a dibujar si algo
sucede. Todos los días reviso el cuaderno, descarto o aplazo anécdotas y elijo
la mejor. Por último, en un tiempo muy corto, dibujo una versión final y escaneo
la página.
Una de las tiras publicadas en La pelusa de los días
¿Y en ese proceso de creación y edición qué es lo
más difícil?
Es estar todo el tiempo
en actitud de cacería, porque siempre estás pensando en la forma en que se va a
desarrollar ese evento en el lenguaje de las historietas. El resto es mecánico
y simple.
¿Qué es lo que más te gusta de este formato?
Desarrollé una
metodología simple para poder cumplir con los tiempos y subir cosas al blog
todos los días. Lo cierto es que surgen cosas para dibujar en cada rincón y es
muy divertido hacer catarsis diariamente, al fin y al cabo estás trasladando
todo el tiempo tu pensamiento al papel. A mí me queda difícil trabajar mucho
tiempo en el mismo proyecto, me aburro, lo abandono o se me ocurre cambiar de
estilo por la mitad. Las tiras, en cambio, me dejan libre en ese sentido: no
necesito ser muy constante –aunque trato de mantener líneas y formatos– y logro
dosificar mi trabajo de una manera ideal para que no me agote. Para mí es la
mejor manera de producir historietas.
Últimamente, frente a las chicas que hacen cómics,
se ha empezado a hablar de que existe un lenguaje femenino en la narrativa
gráfica. ¿Crees que el género del autor influye en el estilo de la historieta?
Claro que influye, pues
cuando haces una historieta influye todo lo que eres. Cada mujer vive su género,
el ser femenina, de una manera diferente. Esas diferencias se cruzan con otros
factores influyentes: nacionalidad, estudios, familia y otro montón. Lo
interesante para mí no es si influyen o no, sino cuánto.
Por ejemplo, yo he
llegado a pensar que una historieta de un autor masculino la hizo una chica y
también en el otro sentido: esto prueba que no se puede considerar a lo
femenino como un género dentro de la historieta. Géneros son otros, como el terror,
misterio y demás.
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